San Nicolás del Real Camino es el último pueblo del Camino de Santiago en la provincia de Palencia antes de adentrarse en tierras leonesas. Una pequeña pedanía de tan solo 40 habitantes que durante todo el año ven pasar por sus calles a peregrinos de todas las nacionalidades. Está justamente en la mitad del Camino Francés desde Roncesvalles, a 373 kilómetros de distancia de Santiago de Compostela.
Su principal monumento es la iglesia dedicada a San Nicolás Obispo, del siglo XIII. Construida con ladrillo y formada por una única nave cubierta con bóbeda de cañón. En su interior destacan las tallas de la Virgen del Rosario, San Roque y el propio San Nicolás, así como el retablo mayor de estilo barroco.

Los peregrinos disponen de alojamiento para hacer un alto en el camino en Alberguería Laganares, situado junto a la iglesia, en el centro del pueblo.
Se tienen referencias del pueblo de San Nicolas del Real Camino ya desde el siglo XII, cuando Tello Pérez de Meneses funda un hospital de peregrinos dedicado especialmente a la atención de leprosos. Estaba regido por 3 sacerdotes agustinos y podía acoger hasta 13 enfermos. Con el tiempo pasó a depender de la Abadía de Trianos, regido por dominicos. Era llamado el hospital «Petit Cavalier» para distinguirse de otro hospital de mayores dimensiones que había en Santa María de las Tiendas. En el lugar donde antaño se levantaba ese hospital, en la actualidad se encuentra el cementerio de la localidad.
San Nicolás siempre ha tenido una estrecha relación con el Camino de Santiago, más allá de su nombre, y su origen está unido a la Orden de los Templarios hasta que en el año 1183, con el consentimiento del rey Alfonso VIII, lo cambiaron por otras propiedades.
Por el pueblo pasa el río Sequillo, que recibe su nombre de su escaso caudal y recorre de norte a sur hasta desembocar en el río Valderaduey. Años ha que era habitual acudir con los reteles para pescar cangrejos, o con cañas y sedal para pescar barbos.
A las afueras del pueblo, en dirección a Sahagún, por un viejo sendero unas curiosas esculturas despiertan la curiosidad de propios y ajenos. Se trata del Bosque de las Ninfas, un conjunto escultórico vanguardista realizado por la artista Virginia Calvo en el año 1999. Árboles de hierro de entre 20 y 25 metros de altura construidos a base de espirales de hierro que emergen desde el suelo, integrados de forma que parecen estar dibujados sobre el paisaje.
Las fiestas patronales se celebran el tercer domingo de septiembre. Las gentes del pueblo se dedican fundamentalmente a la agricultura: cultivo de cereales y leguminosas.